viernes, 24 de octubre de 2008

Un mundo del revés, ¿mañana?

Me cuenta mi padre, fan de los programas de radio que el 90% de las veces te hacen empezar el dia enfadado con el mundo y el restante 10% te hacen aprender algo, o por lo menos imaginarlo, que ha hablado hace unas pocas Angels Barceló (mi padre es fan de toda mujer que tenga una voz sexy, como Gemma Nierga) ha hablado con un exministro de economía de la primera legislatura de Felipe González que actualmente es un analista económico de prestigio que curra en China. Y el señor en cuestión ha dicho algo cuya mera hipótesis da para ponerse a temblar: que China ha crecido tanto que, hoy por hoy, sería capaz de poner patas arriba DE VERDAD la economía mundial y ponerle el pie en el cuello a los EEUU. ¿Porqué? Pues por que tiene tal cantidad de dólares en su posesión que, de ponerlos en circulación, la economía Norteamericana -deficitaria con Japón desde hace un tiempo- se vendría abajo. Sin embargo, el exministro ha argumentado que esa hipótesis es sólo hipótesis porque, de hecho, el comunismo chino es tan hermético que no daría este golpe para mantenerse fuerte "en casa" y, ante otra eventual crisis mundial DE VERDAD, no notaría las consecuencias.

El globo de mi curiosidad, lejos de pincharse con la puntualización del sujeto en cuestión, ha seguido inflándose.

Imagínense lo que podría pasar: un mundo capitalista en decadencia donde la primera potencia emergente y ultradominante es comunista. La amenaza china provocaría, por su propia presencia, un revuelo político tal que el mundo sería otro sin que China "atacase" económicamente. China, de querer correr el riesgo de "contaminarse" de civilización occidental, daría más miedo amenazando con liberar papel moneda que apuntando con cabezas nucleares. Y el sistema capitalista norteamericano empezaría a mostrar grietas de aluminosis en el corazón de la sociedad norteamericana: el pueblo. Las diferencias entre neoconservadores de a pie y unos enaltecidos liberales -escocidos desde la caza de brujas McCarthista- llevaría a una escalada de violencia callejera que podría derivar -y en mi imaginación deriva sin dudarlo- en un conato de guerra civil con el que acabaría de un plumazo las fuerzas del orden. Recuerden que en materia de delicadeza policial o militar, las autoridades Norteamericanas son más bien chuscas.

Estados Unidos se hundiría desde sus entrañas, desde el fontanero Joe (el señor debe estar hasta los mismos, a todo esto) hasta Sue, la profesora de primaria. Rencillas internas que no se ven desde la guerra de independencia mostrarían al mundo a un país ya no enfermo, sino terminal.

Y ¿qué decir del prestigio internacional de los EEUU como primma donna abusica del mundo civilizado? Se diluiría como un azucarillo. Y mientras tanto, China reiría como quien ríe viendo a dos ancianos discutir por una tontería, sabiendo que la situación es incontrolable y que, con un poco de humor negro, uno puede llegar a encontrarse con situaciones bochornosas a la par que ridículas. China reiría a carcajada limpia comiendo pescado delante de una tele manufacturada en casa mientras las palomitas empiezan a ser cuestionadas ya no como aperitivo, sino como símbolo de una sociedad a la baja. Y todo sin mover un dedo.

Y Europa, mientras tanto, panicaría. Bancos con intereses en la banca norteamericana se irían al carajo y aquellos con suerte serían salvados por otros bancos que nunca habían sido el primo rico de zumosol pero que, por basarse en una economía de poco riesgo radicada en Europa, podrían comprarlos a un precio de risa. Y entre tanto se dejaría de panicar y se pasaría a mover la lengua para lamer otro orondo y opulento culo, esta vez un trasero con aroma oriental, y empezaríamos a estudiar Educación para la Ciudadanía en Chino, por aquello de saber hablar el idioma de nuestro próximo papi.

Y entre todo, China se deshuevaría con todas las ganas del mundo porque, sin haber movido un dedo, aguantando durante años un papel de crítica constante, de marginación y de bloqueo por ser comunista, por haber sostenido un aislamiento voluntario, China se haría con la parte más sabrosa del pastel: ganar la batalla permitiéndose el lujo de no ensañarse con el enemigo.

Pero el globo de mi curiosidad, a pesar de tanta elucubración orwelliana, no ha estado más fofo en su vida:

...ni China ni los Estados Unidos se van a tocar un pelo, porque no son enemigos más que de cara a la galería.

...nadie quiere dar una estocada definitiva de orden mundial, porque la estocada se lleva dando desde hace bastantes décadas bajo mano.

...China no está aislada ni voluntaria ni obligatoriamente, porque lo está de un modo planificado para que todo el mundo siga pensando que SÓLO hay dos maneras de administrar el dinero y los bienes.

Porque China, de ser tan mala, no sería el país más premiado por insituciones privadas norteamericanas que la consideran, en palabras de David Rockefeller, "un ejemplo de economía sostenida y control de población para el resto del mundo".

Porque cuando se crean las crisis en un laboratorio para que el mundo acabe donando sus bienes al rico que se hace el enfermo, no hay cambios bruscos. El cambio nos pilló durmiendo hace tiempo: los secuestradores trabajan cuando no hay nadie mirando.

No hay comentarios: